Hitler y su fascinación por el ocultismo
Una noche de invierno de 1909, Hitler que en ese entonces era artista y pasaba hambre, tenía una especie de “mentor” de las ciencias herméticas, librero y mago de origen vienés, cuyo nombre era Ernst Pretzsche. Pretzsche le proporcionaba libros de esoterismo para que aprendiera de estas artes milenarias y así poder construir un pensamiento mágico, que reforzaba a través del consumo de sustancias psicoactivas. Aquel día, Hitler entró en un profundo trance y empezó a ver luces intermitentes que le abrían puertas a diferentes escenarios italianos con personas vestidas a la usanza del medioevo. Después de centralizar las diferentes imágenes, contrario a lo que imaginaba descubrió que no había sido un noble y destacado gobernante, conde o eminente sabio. La información que le llegó de su vida pasada, fue la reencarnación de Landulfo Il de Capua, un personaje que había sido ocultado por el compositor Richard Wagner bajo el nombre de Klingsor de su ópera “Parsifal”, en ...